FIESTAS
DE SAN PEDRO.
Todos
los años, al finalizar el mes de junio, Garbayuela empieza a “coger
movimiento”. Empieza a aparecer gente que se ha pasado casi todo el
año fuera por distintos motivos. Vuelven los/as estudiantes, vuelven
quienes inician sus vacaciones, o simplemente quienes vienen a su
pueblo a pasar el verano, aunque algunos traigan el “encarguito”
de cuidar de los nietos. Todos llegan contentos por volver y los que
estamos
aquí nos alegramos mucho porque vuelvan. Y casi todos compartimos la misma idea:
aquí nos alegramos mucho porque vuelvan. Y casi todos compartimos la misma idea:
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San Pedro, procesionando. |
“Vamos a pasar San Pedro”. Vamos a
disfrutar de estas primeras fiestas del verano con todo lo que
conllevan.
Sin
embargo, este año las fiestas de San Pedro van a ser distintas. La
puñetera pandemia lo está poniendo todo “patas arriba”. Y así,
no podremos disfrutar de todo lo que en estas fiestas estábamos
acostumbrados: no habrá verbenas, ni casetas de feriantes;
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Puesto de golosinas. (foto Julián (Cascarilla) |
ni
castillos hinchables, ni concursos de pesca; ni bailes del farolillo,
ni concursos de cuatrola… Nos limitaremos a hacer lo cotidiano, lo
que hacemos de forma habitual cada domingo, cada día…
Eso
sí, tendrán lugar las celebraciones litúrgicas que corresponden a
San Pedro, patrón de nuestra Parroquia y del pueblo desde hace más
de cuatrocientos años, con todo el respeto y solemnidad que este
Apóstol merece. Dice una copla de la Aurora que avala su curriculum:
Fue San Pedro la primera piedra
Donde Jesucristo su Iglesia fundó
Convirtiendo más de tres mil almas
El primer día de predicación
Le dijo el Señor:
“Toma Pedro las llaves del Cielo
Y a aquel que tú absuelvas
Le perdono yo.”
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San Pedro en Procesión |
Y
aunque la limitación de aforo en la Iglesia y la anulación de la
procesión serán una realidad, la celebración litúrgica será
igual que la de todos los años.
Creo
que igual que ha debido celebrarse a lo largo del tiempo. Aunque
también pienso que en épocas pasadas no tuviese mucha fama entre
los pueblos limítrofes, ni viniesen muchas atracciones propias de la
época. Estas llegaban a los pueblos que estaban en feria, donde se
compraba, se vendía y se divertían nuestros antepasados. Pero
Garbayuela nunca ha tenido ferias, siempre han sido fiestas, tanto la
de San Blas, como la de San Pedro. Y en estas no había compraventas
ni de ganado, ni de productos agrícolas.
Lo
que sí hemos tenido desde muy antiguo en San Pedro, han sido toros:
capeas. Se celebraban en la plaza, todavía sin empedrar, y libre de
obstáculos (ni “paerillas”, ni árboles, ni kiosco). Se cortaban
las calles y se disponían carros y empalizadas para que los
espectadores pudieran disfrutar de las carreras “que se pegaban los
mozos corriendo detrás de las vacas, porque muy pocas veces eran las
vacas las que corrían tras ellos”. Porque estos animales no eran
de raza brava. Eran un poco “broncas”, y a fuerza de azuzarlas
por un lado y por otro, al final “se arrancaban”.
Eran
de los vecinos del pueblo que las tenían todas juntas
al cuidado de un par de vaqueros en la dehesa
boyal, y a los que pagaban entre todos los propietarios de ellas, con
arreglo a las que tenía cada uno (el conjunto de estos animales recibía el nombre de boyá
).
Después
del festejo volvían a la dehesa, y aquí no ha pasado nada, aunque
alguno de los dueños no estaban muy de acuerdo en que se las
“toreara”, porque después había que trabajar con ellas, bien en
el arado o tirando de los carros. Y algunas todavía “se acordaban
de las fiestas”.
Lo
curioso de estas capeas es que estos animales se encerraban en un
callejón que comunicaba la Plaza con las Machalinas, situado entre
la casa de Abel López y la de Rosario Serrano. Recibía el nombre de
Calleja los Toros, y prácticamente sólo se utilizaba en estas
ocasiones porque después prácticamente era intransitable debido a
la maleza y a las basuras que los vecinos arrojaban en él. Esto
motivó que la Corporación Municipal decidiera venderlo en pública
subasta en el año 1872, quedándose con este solar un vecino del
pueblo.
Muchísimos
años después, tantos que llegamos a los años 1955/60, se seguían
celebrando capeas con el mismo sistema de toros gratis. Y como el
comportamiento de los “astados” seguía siendo igual, decidieron
comprar entre todos un “novillete pequeño, de raza”, que
embistiera bien, con bravura. Pero como era más bien joven,
acordaron dejarlo que creciera y dejarlo para el año siguiente y así
estaría en perfectas condiciones para su lidia. Lo echarían a la
dehesa y lo cuidarían entre todos.
La
idea no era mala, pero la desidia de los cuidadores fue mayor, y
nadie se hacía cargo de atender al torillo. Esto motivó que el
padre de uno de los “idearios”, viendo cómo estaba el pobre
animal, lo soltase del lugar donde lo custodiaban. El animal salió
descontrolado y al poco tiempo fue victima del ataque de los lobos,
pereciendo entre sus garras. Este hecho se refleja en una de las
murgas que se cantaba en el pueblo allá por los años 50-60, que se
llamaba “el toro Mochilene” y que la Asociación de Mujeres Santa
Ana ha recuperado (junto con muchos otros cantares) a partir de los
testimonios de vecinos y vecinas de nuestro pueblo, también recogido
en el libro recientemente publicado por mi amigo Andrés Rodríguez.
Esta
tradición finalizó en esa misma época, y años más tarde las
capeas y novilladas pasarían a celebrarse en el mes de agosto, en
las Fiestas del Emigrante. No obstante, las fiestas de San Pedro no
han perdido su magia y siguen siendo una seña de identidad de
nuestro pueblo y las que dan paso al verano en la Siberia extremeña.
Garbayuela,
junio 2020
Luis
A. Agenjo Rivas
Yo pensaba bailar este año en la plaza, el virus ha decido por todos, el próximo año será mejor.
ResponderEliminarYo pensaba bailar este año en la plaza pero el virus no ha querido, el año que viene bailaremos el doble.
ResponderEliminarNo sabía que antes se hacían capeas en San Pedro. Muy interesante.
ResponderEliminarMuy interesante Luis. Historia viva que es necesario conocer y conservar. Gracias
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