Está dando sus últimos suspiros el año del Señor de
1893, noviembre para mas señas, con “temporal de invierno:
nublado, nieblas y algunas lluvias por varios días. Escarchas y
heladas de madrugada”, como nos relata el afamado Calendario
Zaragozano, de ese año, fundado por D. Mariano Castillo y Ocsiero,
en el año 1840.
Llega a nuestro pueblo, Garbayuela, un nuevo Cura para
hacerse cargo de la Parroquia San Pedro Apóstol. Digo “Cura”
(viene del latín, “cuidado” “solicitud”) porque esa palabra
designa a un sacerdote católico, mientras que “ Sacerdote”, por
sí sola, puede hacer referencia a cualquier oficiante de cualquier
culto o rito.
Llega como “Cura Propio”, como titular de la
Parroquia, y realiza su primer bautismo
el día 1 de febrero de 1894 a un niño, que había nacido, en el pueblo, el día 29 de enero, le puso por nombre Julio.
el día 1 de febrero de 1894 a un niño, que había nacido, en el pueblo, el día 29 de enero, le puso por nombre Julio.
Los habitantes en 1895 en Garbayuela rondaban los
510.
Aclaración: Cura Propio, era el Presbítero
titular de una Parroquia.
Cura Ecónomo, era el que
regentaba una Parroquia hasta que
llegaba
el titular de la misma.
Cura Teniente, era el
Sacerdote nombrado por el Cura Propio
para
que le ayudara en sus funciones.
Bartolomé Hernández Cabrera, ese era su nombre,
y el sábado día 4 de mayo de 1895, hoy hace exactamente 125 años,
escribió una carta.
Haciendo un alto, en esta vida tan llena de actividad, a
pesar del Covid-19, acorralado, que todavía no vencido, me paro a
pensar qué sintió, que pasaba por su cabeza, cuál era el estado de
ánimo, de este hombre, como el mismo dice, joven, lleno de ilusión
en su trabajo; posiblemente el primer destino de su carrera. ¡Cómo
no se hallaría, cuando escribe esta misiva!.
La transcribo literalmente. Dice así:
Ilustrísimo y Reverendísimo Sr. Cardenal Arzobispo de Toledo
propio
de la única parroquia de la villa de Gar-
bayuela
en la diócesis de V. Eminencia Rvma.
con
la consideración debida expone:
Que teniendo aprendido en los
tratadistas de mo-
ral
y disciplina eclesiástica que cuando la
Folio primero |
malicia
de una feligresía es tanta y la re-
lajación
de costumbres tan espantosa que el pá-
rroco
a cuyo cuidado está aquella confiada, se
cree
impotente, después de empleados todos los remedios
indicados,
para obtener una conversión si no u-
niversal,
por lo menos de algunos, este no solo
puede,
sino que debe renunciar su parroquia
manifestando
a su prelado su impotencia para
el
desempeño del cargo con que le honró --y cuan-
to
acabase en estas tristes circunstancias, el pá-
rroco
que suscribe, como lo acreditan los escán-
dalos repetidos y constantes que en su feligresía
hay, manifestadas primero por el desprecio con
que
la inmensa mayoría miran los actos de culto
tanto
de devoción, como de obligación, asistien-
do
a misa en los dias de precepto a lo sumo
una
veintena de personas de las que cuatro
solamente
son hombres y absolutamente nadie a los demás
actos
de culto, no encontrando apoyo en las autoridades
civiles
para corregir el feo vicio de la blasfemia que
libremente
campa en los labios de todos siendo frecuen-
temente
insultado el párroco por la mas insignifi-
cante
de sus acciones y encontrando unicamente
el
desprecio en todos por pago a sus afanes de mo-
constante
y la catequesis, cuanto con el ejemplo
sin
que hasta el dia pueda gloriarse de haber
conseguido
fruto alguno en los diez y ocho me-
ses
que lleva al frente de esta Iglesia, conside-
ro
que tal vez su poca edad, su carácter, su
vida,
puedan ser causa de esta ruina espiri-
tual
que en su feligresía lamenta, se ve pre-
cisado
por caridad, al par que por temor de su
perdición
eterna, viviendo solo por largo tiem-
po
en pais tan desmoralizado a
Suplicar
encarecidamente a V. Eminencia Reverendi-
sima,
su prelado y padre se sirva admitir-
la,
la formal y solemne renuncia que de
su
cargo presenta en esta, la que el re-
currente
quiera tenga cuanto valor sea
en
derecho necesario: ofreciendose a prestar
los
servicios de su Sagrado ministerio allí
donde
V. Eminencia Reverendisima estime mas conve-
niente.
Gracia que confiado espera
merecer
Folio tercero |
de
la paternal bondad de V. Eminencia Reverendisima
cuya
preciosa vida guarde Dios mu-
chos
años.
Garbayuela 4 de Mayo
de 1895
Exmo y Rvmo. Sr.
Bartolomé
Fernandez Cabrera
( Rúbrica)
En el dia doce de Julio de
1895 reitera
Vuestro subdito la renuncia
formal y solem-
en de su beneficio y suplica
encarecidamente
a S. Eminencia Rvma. su
superior permiso pa-
ra pasar a la jurisdicción
castrense.
Exm
y Rvmo. Sr.
Bartolome
Fernandez Cabrera.
( Rúbrica)
( Rúbrica)
Hasta aquí sus palabras, sus deseos, su impotencia por
no conseguir los fines de su labor pastoral.
El contexto en que se desarrolla este minúsculo
hecho, es el de la Regencia de la Reina María Cristina, en la minoría
de edad de Alfonso XIII. El Gobierno está presidido por Cánovas
del Castillo y, cosa curiosa, esos dias se debatía el Presupuesto de
Gracia y Justicia en el Congreso de los Diputados. Y según publica
el Periódico “ La Región extremeña”, ese mismo día de la
carta, sábado 4 de mayo de 1895, dice: “ El Señor Salmerón
(diputado) dijo que mientras el Arzobispo de Toledo cobraba 45.000
pesetas al año, hay sacerdotes que no cobran mas que 52 pesetas y 50
céntimos al año”. Curioso, curioso.
No le hizo caso el Arzobispo, o Bartolomé siguió en su
empeño y consiguió logros en su quehacer pastoral. O las gentes del
pueblo le reconocieron su labor.
No
lo sabré nunca.
Lo que si sé, es que Bartolomé siguió en el pueblo 8
años y nueve meses mas, hasta el 17 de julio de 1902. Luego pasó a
la Parroquia de Santa Catalina de Talarrubias.
En lo que respecta a Garbayuela esa fué su historia. La
he traido aquí porque lo considero parte nuestra, de nuestro pueblo.
No quiero terminar este relato sin agradecer la labor
altruista que han hecho en el Archivo Parroquial de Garbayuela:
Dionisio Martin Nieto, por organizar y poner en valor
todo el Archivo.
Rafael Cendrero Díez-Madroñero, por fotografiar todos
los libros.
D. Luis González Cuéllar, párroco, por facilitarme el acceso al Archivo.
D. Luis González Cuéllar, párroco, por facilitarme el acceso al Archivo.
Todos los que nos gusta bucear en archivos, os damos las gracias.
Justo
Para Agenjo
Bibliografía:
Archivo
Parroquial de Garbayuela.
Calendario
Zaragozano del año 1893.
Periódico
“La Región Extremeña”.
Muy curioso e interesante. La decisión le honra y si todos los que no son capaces de desarrollar un trabajo concreto tomarán esa decisión nos haría más competentes en los trabajos para los que estamos más capacitados.
ResponderEliminarLo que demuestra que el ser humano, en las adversidades se crece.
EliminarHistorias muy curiosas que nos dais a conocer,como era la gente del pueblo en en esos años. Muchos ánimos a seguir con ilusión vuestra labor de divulgar el patrimonio de nuestro pueblo, que debe ser muy extenso y poco investigado. Hasta ahora.
ResponderEliminarGracias. En esa aventura nos hemos metido y poco a poco, con la ayuda de todos, iremos conformando una imagen de Garbayuela que aúne lo pasado con lo presente.
EliminarMucha diferencia veo yo en el sueldo del obispo y el cura
ResponderEliminarNo lo digo yo. Lo dijo el Diputado Salmerón y seguro que tenía certeza de esos datos. Estamos hablando del Arzobispo Primado de España y un cura recién salido del Seminario. Sin perder de vista los tiempos que eran. en el 2016 el Arzobispo Castrense cobró 59.832 € y un cura de pueblo sobre 9.000 €.
ResponderEliminarMuy curioso Justo.Muy buena labor de investigación y enhorabuena a los colaboradores
ResponderEliminarGracias Ángel. Todo lo que sea dar a conocer lo concerniente a nuestro pueblo y que sea desconocido hay que ponerlo en valor.
ResponderEliminarQue curioso y que "tupio" tenía que estar el cura de sus feligreses de Grabayuela para pedir irse. Muy interesante, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarGracias Andrés. Son historias cortas, pero reales de nuestro pueblo.
EliminarEste cura acobardado por la forma de blasfemar de nuestra gente me ha recordado una anécdota hace ya más de 30 años cuando recién llegué a Ecuador y andaba yo con un cura español que fuimos a recibir a un barco de pescadores españoles que llegó a un pequeño pueblo de la costa del Pacífico ecuatoriano. Cuando iban bajando del barco ante la mirada atónita de los oriundos, los españoles entre frase y frase soltaban un "me cago en Dios que lejos está esto...", "Me cago en Dios que caliente está el agua..." Y así cada uno de ellos. Entonces la gente se acercaba asustada e intimidada al cura y le decían : "padrecito, padrecito... Estas personas se cagan en Diosito...". Con el mismo asombro debió de quedarse este cura mojigato y que debía de vivir en una burbuja de cristal ajeno a la realidad del mundo.
ResponderEliminar