lunes, 4 de mayo de 2020

Renuncia del cura en 1895


    Está dando sus últimos suspiros el año del Señor de 1893, noviembre para mas señas, con “temporal de invierno: nublado, nieblas y algunas lluvias por varios días. Escarchas y heladas de madrugada”, como nos relata el afamado Calendario Zaragozano, de ese año, fundado por D. Mariano Castillo y Ocsiero, en el año 1840.

     Llega a nuestro pueblo, Garbayuela, un nuevo Cura para hacerse cargo de la Parroquia San Pedro Apóstol. Digo “Cura” (viene del latín, “cuidado” “solicitud”) porque esa palabra designa a un sacerdote católico, mientras que “ Sacerdote”, por sí sola, puede hacer referencia a cualquier oficiante de cualquier culto o rito.

     Llega como “Cura Propio”, como titular de la Parroquia, y realiza su primer bautismo
el día 1 de febrero de 1894 a un niño, que había nacido, en el pueblo, el día 29 de enero, le puso por nombre Julio.

     Los habitantes en 1895 en Garbayuela rondaban los 510.

     Aclaración: Cura Propio, era el Presbítero titular de una Parroquia.
                        Cura Ecónomo, era el que regentaba una Parroquia hasta que
                                                    llegaba el titular de la misma.
                        Cura Teniente, era el Sacerdote nombrado por el Cura Propio
                                                   para que le ayudara en sus funciones.

     Bartolomé Hernández Cabrera, ese era su nombre, y el sábado día 4 de mayo de 1895, hoy hace exactamente 125 años, escribió una carta.

     Haciendo un alto, en esta vida tan llena de actividad, a pesar del Covid-19, acorralado, que todavía no vencido, me paro a pensar qué sintió, que pasaba por su cabeza, cuál era el estado de ánimo, de este hombre, como el mismo dice, joven, lleno de ilusión en su trabajo; posiblemente el primer destino de su carrera. ¡Cómo no se hallaría, cuando escribe esta misiva!.
     La transcribo literalmente. Dice así:
     
Ilustrísimo y Reverendísimo Sr. Cardenal Arzobispo de Toledo

Bartolomé Hernandez Cabrera, presbítero, cura
propio de la única parroquia de la villa de Gar-
bayuela en la diócesis de V. Eminencia  Rvma.
con la consideración debida expone:
Que teniendo aprendido en los tratadistas de mo-
ral y disciplina eclesiástica que cuando la
Folio primero
malicia de una feligresía es tanta y la re-
lajación de costumbres tan espantosa que el pá-
rroco a cuyo cuidado está aquella confiada, se
cree impotente, después de empleados todos los remedios
indicados, para obtener una conversión si no u-
niversal, por lo menos de algunos, este no solo
puede, sino que debe renunciar su parroquia
manifestando a su prelado su impotencia para
el desempeño del cargo con que le honró --y cuan-
to acabase en estas tristes circunstancias, el pá-
rroco que suscribe, como lo acreditan los escán-
dalos repetidos y constantes que en su feligresía
hay, manifestadas primero por el desprecio con
que la inmensa mayoría miran los actos de culto
tanto de devoción, como de obligación, asistien-
do a misa en los dias de precepto a lo sumo
una veintena de personas de las que cuatro

solamente son hombres y absolutamente nadie a los demás
actos de culto, no encontrando apoyo en las autoridades
civiles para corregir el feo vicio de la blasfemia que
libremente campa en los labios de todos siendo frecuen-
temente insultado el párroco por la mas insignifi-
cante de sus acciones y encontrando unicamente
el desprecio en todos por pago a sus afanes de mo-
Folio segundo
ralizar la feligresía no tanto con la predicación
constante y la catequesis, cuanto con el ejemplo
sin que hasta el dia pueda gloriarse de haber
conseguido fruto alguno en los diez y ocho me-
ses que lleva al frente de esta Iglesia, conside-
ro que tal vez su poca edad, su carácter, su
vida, puedan ser causa de esta ruina espiri-
tual que en su feligresía lamenta, se ve pre-
cisado por caridad, al par que por temor de su
perdición eterna, viviendo solo por largo tiem-
po en pais tan desmoralizado a
Suplicar encarecidamente a V. Eminencia Reverendi-
sima, su prelado y padre se sirva admitir-
la, la formal y solemne renuncia que de
su cargo presenta en esta, la que el re-
currente quiera tenga cuanto valor sea
en derecho necesario: ofreciendose a prestar
los servicios de su Sagrado ministerio allí
donde V. Eminencia Reverendisima estime mas conve-
niente.
Gracia que confiado espera merecer

Folio tercero
de la paternal bondad de V. Eminencia Reverendisima
cuya preciosa vida guarde Dios mu-
chos años.

Garbayuela 4 de Mayo de 1895
Exmo y Rvmo. Sr.
Bartolomé Fernandez Cabrera
                  ( Rúbrica)       

En el dia doce de Julio de 1895 reitera
Vuestro subdito la renuncia formal y solem-
en de su beneficio y suplica encarecidamente
a S. Eminencia Rvma. su superior permiso pa-
ra pasar a la jurisdicción castrense.

Exm y Rvmo. Sr.
Bartolome Fernandez Cabrera.
              ( Rúbrica)



     Hasta aquí sus palabras, sus deseos, su impotencia por no conseguir los fines de su labor pastoral.

     El contexto en que se desarrolla este minúsculo hecho, es el de la Regencia de la Reina María Cristina, en la minoría de edad de Alfonso XIII. El Gobierno está presidido por Cánovas del Castillo y, cosa curiosa, esos dias se debatía el Presupuesto de Gracia y Justicia en el Congreso de los Diputados. Y según publica el Periódico “ La Región extremeña”, ese mismo día de la carta, sábado 4 de mayo de 1895, dice: “ El Señor Salmerón (diputado) dijo que mientras el Arzobispo de Toledo cobraba 45.000 pesetas al año, hay sacerdotes que no cobran mas que 52 pesetas y 50 céntimos al año”. Curioso, curioso.

     No le hizo caso el Arzobispo, o Bartolomé siguió en su empeño y consiguió logros en su quehacer pastoral. O las gentes del pueblo le reconocieron su labor.
No lo sabré nunca.

     Lo que si sé, es que Bartolomé siguió en el pueblo 8 años y nueve meses mas, hasta el 17 de julio de 1902. Luego pasó a la Parroquia de Santa Catalina de Talarrubias.

     En lo que respecta a Garbayuela esa fué su historia. La he traido aquí porque lo considero parte nuestra, de nuestro pueblo.

     No quiero terminar este relato sin agradecer la labor altruista que han hecho en el Archivo Parroquial de Garbayuela:

     Dionisio Martin Nieto, por organizar y poner en valor todo el Archivo.
     Rafael Cendrero Díez-Madroñero, por fotografiar todos los libros.
    D. Luis González Cuéllar, párroco, por facilitarme el acceso al Archivo.

    Todos los que nos gusta bucear en archivos, os damos las gracias.

                                 Justo Para Agenjo


Bibliografía:
Archivo Parroquial de Garbayuela.
Calendario Zaragozano del año 1893.
Periódico “La Región Extremeña”.

11 comentarios:

  1. Muy curioso e interesante. La decisión le honra y si todos los que no son capaces de desarrollar un trabajo concreto tomarán esa decisión nos haría más competentes en los trabajos para los que estamos más capacitados.

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    1. Lo que demuestra que el ser humano, en las adversidades se crece.

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  2. Historias muy curiosas que nos dais a conocer,como era la gente del pueblo en en esos años. Muchos ánimos a seguir con ilusión vuestra labor de divulgar el patrimonio de nuestro pueblo, que debe ser muy extenso y poco investigado. Hasta ahora.

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    1. Gracias. En esa aventura nos hemos metido y poco a poco, con la ayuda de todos, iremos conformando una imagen de Garbayuela que aúne lo pasado con lo presente.

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  3. Mucha diferencia veo yo en el sueldo del obispo y el cura

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  4. No lo digo yo. Lo dijo el Diputado Salmerón y seguro que tenía certeza de esos datos. Estamos hablando del Arzobispo Primado de España y un cura recién salido del Seminario. Sin perder de vista los tiempos que eran. en el 2016 el Arzobispo Castrense cobró 59.832 € y un cura de pueblo sobre 9.000 €.

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  5. angel luis cendrero6 de mayo de 2020, 14:33

    Muy curioso Justo.Muy buena labor de investigación y enhorabuena a los colaboradores

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  6. Gracias Ángel. Todo lo que sea dar a conocer lo concerniente a nuestro pueblo y que sea desconocido hay que ponerlo en valor.

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  7. Que curioso y que "tupio" tenía que estar el cura de sus feligreses de Grabayuela para pedir irse. Muy interesante, me ha gustado mucho.

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  8. Este cura acobardado por la forma de blasfemar de nuestra gente me ha recordado una anécdota hace ya más de 30 años cuando recién llegué a Ecuador y andaba yo con un cura español que fuimos a recibir a un barco de pescadores españoles que llegó a un pequeño pueblo de la costa del Pacífico ecuatoriano. Cuando iban bajando del barco ante la mirada atónita de los oriundos, los españoles entre frase y frase soltaban un "me cago en Dios que lejos está esto...", "Me cago en Dios que caliente está el agua..." Y así cada uno de ellos. Entonces la gente se acercaba asustada e intimidada al cura y le decían : "padrecito, padrecito... Estas personas se cagan en Diosito...". Con el mismo asombro debió de quedarse este cura mojigato y que debía de vivir en una burbuja de cristal ajeno a la realidad del mundo.

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