miércoles, 28 de diciembre de 2022

Carroñada de buitres

 Un relato mas, para acabar el año, de lo que fué testigo, nuestro observador, en mayo del 18. Esperamos que en el 2023 podamos seguir contando con sus relatos y sapiencias.

Animamos a quien quiera compartir sus conocimientos sobre nuestro pueblo, Garbayuela y su Comarca, a que se pongan en contacto con la Asociación Cultural Fuentelamora. Estaremos encantados de  difundir todo lo relacionado con nuestro Parimonio, Historia y Tradición.

21-5-2018   GARBAYUELA (desde la “ventana indiscreta”).


A primera hora de la mañana las campanas doblaban a muerto. A la dehesa que se desparrama entre callejas y cercones de piedra habían acudido carroñeros alados de riguroso luto. La escuadrilla de buitres negros que sobrevolaba las difusas lindes que separan los edificios del domesticado entorno natural, no quitaba ojo a la esquela que colgaba de una derruida pared de piedra sombreada por añosas encinas. Mucho más minucioso que su pariente el leonado, con la eficiencia de un perro de caza, poco escapa a la portentosa capacidad visual que despliega el buitre negro cuando rastrea el terreno, por muy fragoso o inaccesible que sea.

A media mañana, después de reconocer meticulosamente la zona, el más decidido perdió altura, desplegó el tren de aterrizaje y se posó dulcemente junto al cadáver de la merina. Abierto el camino, le siguieron igualmente el resto del equipo. No tardaron en unirse al festín los omnipresentes leonados, que desde las alturas se habían percatado de la maniobra. Lanzados como proyectiles, uno tras otro fueron posándose en el exuberante suelo de la dehesa para dar cuenta del despojo, al que todavía no habían hincado el diente sus parientes, más preocupados en sus habituales disputas jerárquicas antes de sentarse a la mesa. En poco tiempo se concentró una veintena de comensales, visiblemente animados y equipados para la ocasión. Tampoco quiso faltar a la cita una oportunista pareja de milanos negros y una terna de alimoches, que inusualmente se hizo presente a última hora, cuando suelen ser los primeros en anunciar el rancho. Aunque no suelen prodigarse hasta que han alcanzado la madurez, curiosamente, dos de ellos no quisieron desentonar y lucían el atuendo oscuro que distingue a los inmaduros.

El banquete dio comienzo como es costumbre entre invitados tan poco remilgados y la zaragata se podía escuchar desde la calle Larga. Mientras la masa de cuerpos apiñados se disputaba a base de zarpazos y picotazos  la mejor posición para despachar su ración, los milanos negros, haciendo uso de su portentoso vuelo, realizaban rápidas pasadas intentando rebañar las migajas desperdigadas por el suelo. Los alimoches, con buen criterio, se limitaron a levantar acta.


Sin orden ni concierto, todo transcurría como suele ser habitual en estas congregaciones, hasta que dos personajes entraron en escena. De algún misterioso lugar aparecieron dos perrazos ladradores con ganas de unirse a la juerga y no quedó en el suelo ni un solo buitre. Espantados, huían en tropel en todas las direcciones buscando seguridad en las alturas. ¡En buena hora…! Para su disgusto y el mío, de esta inesperada forma acabó la fiesta. Aunque entra dentro de lo previsible cuando un evento de esta naturaleza tiene lugar a poco más de un centenar de metros de las casas del pueblo.     

 


 

Jesús García Luengo

( Fotos y dibujo del autor )

7 comentarios:

  1. Gracias Jesús por tus relatos, lo explicas de forma tan amena y sencilla que lo puedo ver mientras lo leo.
    Un saludo.

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  2. Muy bien descrito el relato,.ha sido un placer leerlo.

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  3. Ole qué bien escribe, dibuja y fotografía mi hermano!

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  4. Muchísimas gracias por vuestros comentarios.

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  5. Preciosos relatos. Amenos, llenos de sensibilidad, con su toque de humor. Enhorabuena Jesús

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