Y
ESTE VERANO, ¿QUÉ?
Poco a poco se van
despejando las dudas, por los menos en Extremadura, de cómo nos
vamos a ir preparando para pasar el verano. Qué vamos a hacer a
partir de un par de semanas, o antes, cuando el tiempo cambie y
lleguen las temperaturas, que tienen que llegar, y nos entren ganas
de darnos un chapuzón.
De
momento ya sabemos que muchos Ayuntamientos extremeños, Garbayuela
es uno de ellos, han dicho no
al baño en sus instalaciones
municipales, “ante
las dificultades y
severas exigencias del protocolo general de uso,
al no poder garantizar una apertura segura y que no ponga en riesgos
a usuarios y trabajadores” (Nota publicada por los ayuntamientos en
el periódico HOY de Extremadura).
Otros,
Siruela por ejemplo, también en la misma nota, se ha planteado
limitar el uso de la piscina sólo para los
residentes, “habida cuenta de la necesidad
de limitar el aforo por motivos sanitarios derivados de la pandemia
del Covid 19.”
Otro que
nos queda cerca es la Playa de Orellana, con bandera azul de nuevo
este verano. (Un éxito para ellos y una satisfacción para todos).
Pero también tendrá que limitar su aforo y aumentar la vigilancia
para que se cumpla el distanciamiento; pero menos mal,
no se controlará de donde pueden
acudir los usuarios, porque “es playa de
uso público”. Pero, eso sí, hay que llegar a tiempo si quieres
ocupar un sitio.
Yo no me
hago una idea de cómo van a poder controlar esto; pero viendo como
toda la población española ha respondido a otras cuestiones del
estado de alarma, esto será “pan comido”
Hace unos
años, bastantes, al no disponer ni de playa ni de piscina, nos
bañábamos en Tablacorta. Solíamos empezar a ir para San Pedro. Y
aunque el río se cortaba para esta fecha, y ya no corría, quedaba
una tabla perfecta para el baño. No estaba contaminado, como ahora,
y aunque al entrar pisábamos un poco de cieno, no pensábamos en
nada que pudiera ser perjudicial para la salud.
Los
varones solíamos bañarnos arriba, en el
calderetín. Al principio “tapaba” en una
pequeña fosa que tiene el río. Pero ¡que casualidad que todos
sabíamos nadar!, y superábamos aquella profundidad sin mayores
dificultades. Nos bañábamos desnudos, “en porreta”. Eso sí, al
entrar al agua, los más pudorosos se cubrían un poco con la mano la
entrepierna y, ¡hala, al agua!. Y en ella estábamos metidos
prácticamente toda la tarde., jugando con el agua, haciéndonos
ahogadillas y pescando a mano.
Esto lo
hacían los que no tenían reparo en meter las manos en las cuevas de
la orilla o debajo de las piedras. ¡Y pescaban! ¡Vaya si pescaban!.
Los demás, sólo algunos, ayudaban a impedir que los peces se
volvieran hacia atrás y removiendo el agua se conseguía que se
refugiaran en las cuevas o en las piedras antes dichas.
Las
mujeres, las pocas que iban por allí, se bañaban del medio de la
tabla para abajo. Como los bañadores eran prendas más bien escasas,
aunque no desconocidas, para meterse en el agua se ponían unas
“sayonas largas”, normalmente de color blanco. Al entrar en el
agua, se ahuecaban y “hacían una especie de pompa”, pero cuando
se mojaban se pegaban al cuerpo y, al salir, ¡oh sorpresa!, todo se
transparentaba. Salir corriendo y arroparse con una sábana, con la
que alguien esperaba en la orilla, todo era rapidísimo. Pero
siempre había alguno que veía la escena y después la contaba. Eso
sí, con mucha imaginación.
Se tardó
muy poco tiempo en dejar de bañarse en estas condiciones y más o
menos a partir de los primeros años sesenta, todos empezamos a usar
bañador, a juntarnos en la tabla y a enseñarnos a nadar.
Muchas
veces nos íbamos por todo el día. Íbamos en bestia, y siempre
destinábamos una, la más tranquila, para “echarla las aguaderas”
donde llevábamos las viandas necesarias para la comida. Comprábamos
algo en común. Pero también cada uno llevaba de su casa lo que
podía.
En cuanto
llegábamos metíamos las bebidas en la fuente del Helechal para que
“enfriasen”. Rápidamente al baño y después a comer y pasar la
siesta debajo de las encinas de alrededor o en los huertos del
Boquerón.
Había uno
al lado de la fuente, que era propiedad del hermano Julián
“pesaíllas”. Había en aquel huerto una higuera grande y
frondosa que daba sombra toda la siesta. Pero lo principal era la
confianza que te daba aquel hombre para que dispusieras de su huerto
y cogieras lo que necesitaras para hacer el “moje” o la “ensalá”.
No pedía nada a cambio, pero como en este mundo hay que ser
agradecido, invitábamos al hermano Julián a sentarse con nosotros
y participar en aquella “juerga”. Cosa que hacía cuando en
cuanto “le vagaba”.
Y así se
iba pasando el verano; y hay que reconocer, pasado ya el tiempo, que
nos lo montábamos bien.
Al día
de hoy Tablacorta está en el mismo sitio. Su relieve, su vegetación,
su paisaje, sigue asombrando a todo el que sabe apreciarlo. Las
bajadas de temperatura que se disfrutan cada día a la puesta de sol,
siguen invitando a quedarse otro rato más. Pero, ¿quién es capaz
de meterse hoy en el río sin pensar en la contaminación de sus
aguas, en el fondo cenagoso de su suelo o en los “bichos” y
otras porquerías que pueda tener? Ahí está la cuestión
Por eso,
creo que la mayoría vamos a pasar el verano en casa. Que nos vamos a
conformar con las duchas que nos demos en nuestros baños y con las
tertulias nocturnas con los vecinos de la calle o con los amigos en
cualquier terraza. ¡Ah! O viendo todos los partidos de fútbol que
van a televisar.
Pero ya
sabéis la condición: con mascarilla, por si las moscas.
Garbayuela, junio 2020
Luis A. Agenjo Rivas
Muy bueno el articulo de Tablacorta. Me ha gustado mucho. Quizás incidir un poco en las causas de la contaminación. Aqui como en otros muchos lugares el mal llamdao "progreso" y la "creación de puestos de trabajo" nos ha jodido lo que era un bien común y un recurso de agua en un sitio seco en verano como es nuestro pueblo.
ResponderEliminarGracias Andrés. Las causas de la contaminación todos las sabemos. Como también sabemos que resulta mas barato pagar la sanción que realizar un plan de saneamiento; y mientras esto siga funcionando así, el problema no tendrá solución. Ahora que cada uno piense y diga lo que se debería hacer.
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