A continuación se reproduce el artículo, que en diciembre de 2020, escribió Luis Agenjo y que, pienso, sigue teniendo la validez de entonces. Se publica para conocimiento y recordatorio de una de las tradiciones de Garbayuela, por desgracia ya en desuso, en este mes de Diciembre.
DICIEMBRE: DIAS CORTOS Y NOCHES LARGAS
Diciembre esta terminando. Mes frío, de días cortos y noches muy largas. A las seis de la tarde ya está anocheciendo. ¡Qué noches más tristes para la gente que vivía aislada en el campo, sin otra perspectiva que catorce o quince horas de oscuridad, en las que mirar las llamas juguetonas de la lumbrera podía ser una forma de entretenerse!
No era mucho más divertida la vida de los pueblos pequeños, y quizás también la de los grandes, hasta mediados del siglo pasado. Algunos tenían la suerte de disfrutar de alumbrado público, aunque muy deficiente. Otros, como Garbayuela, también tuvieron luz eléctrica durante tres o cuatro horas en las primeras horas de la tarde-noche. Después apagón general y hasta mañana o “a seguir viviendo” a la luz del candil.
Las mujeres de la casa, la mayoría, después de haber estado todo el día “en las aceitunas”, y antes de apagarse la luz, se habían afanado en realizar las “tareas de la casa” y en preparar la cena y la merienda del día siguiente, y luego, al calor de la lumbre también, se dedicaban a coser,o a remendar los pantalones del marido o de los hijos que quizás se los “habían zaleao” trabajando en el campo. Y las jóvenes, que quizás habían salido un rato a “hacer los recados” se dedicaban a hacer su ajuar, a bordar, a realizar verdaderas obras de arte, que hoy, muchos años después, son causa de admiración en las generaciones actuales.
Los hombres… ya lo sabemos. Quizás alguno colaboraba “picando las migas”. Pocos. Pero, y ¿los jóvenes? ¿A qué se dedicaban los mozos? En estas épocas en los que el dinero era un bien escaso, no era tiempo ni de bares ni de tabernas ni de nada que significara gastar. Es más, había que ahorrar para las fiestas. Primero para Nochebuena y después para San Blas. Entonces había que dar suelta a la imaginación y buscar divertimentos baratos y naturales: pasear, dar vueltas y vueltas por las calles del pueblo, quizás para encontrarse con las que iban a hacer los recados, practicar juegos muy variopintos, y … cantar.
En este mes de diciembre los mozos solían juntarse en la plaza. Todos los años había alguno que se encargaba de hacer una gran zambomba con un corcho de los utilizados en las colmenas. Se tapaba una de las bocas con la piel curtida de algún animal pequeño: chivo, cordero, e incluso con la de un gato, y atando en el centro una caña delgada, limpia de todo tipo de asperezas, ya tenían el instrumento musical de fricción apropiado para interpretar canciones, muy propias del pueblo, y que sólo se cantaban en esta época: “El burro de D. José”, “Esta noche ha llovido”, “Ardía la zarza” , además de otros villancicos bastantes especiales.
Pero a mí me llamaba mucho la atención uno muy particular: “El serranillo”. No sé por qué. Quizás por los “ronquidos” de la zambomba o por la forma de arrastrar las últimas sílabas de los versos, que hacían “los cantaores”, dándoles un toque bastante desgarrador muy especial.
Lo voy a transcribir por dos razones. Una para darlo a conocer a aquellos que no sepan que existió. Y la segunda por si algún lector sabe más estrofas de las que pongo, y quiere colaborar añadiéndolas o corrigiendo las expuestas, con el fin de mantener y guardar en nuestras tradiciones esta canción que es típica de Garbayuela. Esto es lo que yo sé:
El serranillo
Por aquella callejilla (bis)
Un serranillo venía
¡ay! ¡ay! Un serranillo venía.
Con unas calenturillas (bis)
Que el serrano se moría
¡ay! ¡ay! Que el serrano se moría
Llamaron al cirujano (bis)
Por ver lo que le decía
¡ay! ¡ay! Por ver lo que le decía
Y el cirujano le dijo (bis)
Que el serrano se moría
¡ay! ¡ay!que el serrano se moría
El cordón de la tomiza (bis)
se lo dejo a mi Juanaco
¡ay! ¡ay! Se lo dejo a mi Juanaco
Pá que de mi se acuerde (bis)
cuando vaya calle abajo
¡ay! ¡ay! Cuando vaya calle abajo
Y el zurrón de las cucharas (bis)
se lo dejo a mi María
¡ay! ¡ay! Se lo dejo a mi María
pá que de mi se acuerde (bis)
cuando vaya a comer migas
¡ay! ¡ay! Cuando vaya a comer migas
Estas son las que yo conozco. Creo que faltan estrofas. Por eso invito a quien sepa alguna más, me la haga llegar por el procedimiento que mejor le venga bien. Vuelvo a insistir en que son nuestras tradiciones y por eso no podemos dejar que se vayan “al limbo de los justos”.
Garbayuela, diciembre de 2020
(mes de la vacuna del covid)
Luis A. Agenjo Rivas
P.D. A continuación Miguel Cendrero nos canta El Serranillo, y a falta de zambomba, se acompaña de la caña.